Ciudades inteligentes
Las ciudades inteligentes son una forma nueva de conceptuar a las urbes que se han desarrollado en los últimos años. Este ranking considera diferentes variables entre las que podemos destacar: capital humano, cohesión social, economía, gestión pública, medio ambiente, movilidad y transporte, planificación urbana, proyección internacional y tecnología. El índice de ciudades en movimiento del IESE de la Universidad de Navarra del 2018 declaró a New York como la ciudad más inteligente del mundo. En el caso de América Latina la mejor puntuada es Buenos Aires que se encuentra en la posición 76. Dentro de las ciento sesenta y cinco ciudades del mundo que conforman este ranking figuran dos ecuatorianas: Quito en la posición 140 y Guayaquil en la 150. El trabajo académico que comenzó hace cinco años busca reconocer, estimular y desafiar mejores prácticas que conviertan a las urbes en entornos agradables para vivir, trabajar y disfrutar. Los desafíos por su parte están a la vista, destacándose las dificultades en la movilidad, el envejecimiento de la población, el incremento de la desigualdad, la persistencia de la pobreza o la contaminación, entre muchos otros retos. Los compromisos de muchas ciudades en trabajar en estos campos se ven reflejado en los cambios experimentados. Vancouver, Barcelona, Málaga y Medellín, son recientes casos de estudios donde se observa mejoras significativas. Guayaquil por su parte emprendió contacto con esta última ciudad a fin de entender el ecosistema que vinculando actores públicos y privados genera un entorno favorable para las ciudades inteligentes. El municipio de nuestra ciudad inició una nueva propuesta “Épico”, empresa pública para la gestión de innovación y competitividad, donde se pretende desarrollar un ecosistema que logre integrar las diferentes variables que influyen en el ambiente de crecimiento y desarrollo de las urbes. Una propuesta que reconoce el valor de los diferentes actores sociales. Nadie puede hacerlo solo, se requiere de la participación de cada actor, entre ellos, la iglesia. El desafío para las iglesias del siglo XXI es reconocerse como actores principales en la ciudad, donde su aporte desde la fe, compartiendo valores fundamentales para una sociedad que, en búsqueda del progreso, en muchos momentos se deshumaniza. La iglesia que recreando los imaginarios se atreve a acompañar las necesidades muy sentidas de los diferentes conglomerados, entendiendo que el escenario siempre cambia, el fundamento desde donde se lo aborda no sigue intacto. Atreverse a ser iglesia en la comunidad es el desafío, uno capaz de animar a las comunidades de fe a replantearse sus formas, reconociendo que el evangelio siempre será pertinente y relevante para cualquier tiempo. Hacerlo es la decisión de quienes no quieren pasar inadvertidos y se comprometen a realizar su parte por amor a su ciudad. Las ciudades necesitan evangelio. Un evangelio cálido y menos sistematizado, un evangelio de relaciones espontáneas y menos estructuradas, un evangelio para el aquí y menos para el más allá.
Un evangelio para la vida plena y abundante